Me encuentro mirando a un hombre blanco, con barba y cejas tupidas, cabello negro como el carbón. Pero esperen, soy yo, es mi reflejo en el espejo. Tengo 25 años, han pasado 3 años desde el comienzo del reemplazo hormonal y me siento más lindo que nunca. Soy todo un hombre trans.
Al fin, lo externo concordaba con lo interno. Ya todos se refieren a mí con pronombres masculinos sin necesidad de que se los esté recordando. Trabajando al mismo tiempo que curso una carrera sin abandonarla, cuando el docente dice mi nombre me reconozco, levanto la mano, doy el presente. Sí, ese es mi nombre.
El ser humano, como método de supervivencia, teme y rechaza todo aquello que desconoce o no comprende. Hablemos un poco de transfobia.
Cuando uno toma la decisión de seguir su identidad y ser fiel a uno mismo, sabe muy bien que va a encontrarse en el camino con individuos consumidos en ignorancia y prejuicios, y yo no fui la excepción. Voy a contarles algunas de las situaciones que he vivido.
Transfobia (o es mejor hablar de transodio)
Para ingresar a un trabajo formal es normal que soliciten estudios médicos pre-ocupacionales. Uno de ellos era una ecografía inguinal para descartar la presencia de alguna hernia. Claramente, el profesional que iba a realizarme el estudio iba a notar que este bello hombre no tenía próstata pero si útero y ovarios, y bien puestos. Por lo tanto, decidí ahorrarle un colapso mental al técnico y comentarle sobre mi cambio de género.
– ¿Tus empleadores saben de esto? – pregunta el técnico consternado.
– No, me parece que es irrelevante, ya que lo que importa es el desempeño que yo tenga en mi función. – contesté con determinación.
– Tenés que decirles, ellos tienen que saber. – insiste el ecografista.
– Bueno, lo voy a tener en cuenta. – respondí con desdén.
Obviamente no dije ni una sola palabra porque temía que no me den el puesto laboral sin siquiera poner a prueba mi capacidad como enfermero. Al final obtuve el puesto pero tiempo después llega hasta mí el revuelo interno que hubo en la administración de la empresa por mi presencia, el gerente estaba totalmente en contra de tener un “bicho raro” como empleado, pero el encargado de recursos humanos lo persuadió de no echarme ya que yo podría denunciarlo y escracharlo. Tenía miedo de que se realice una manifestación con el INADI en la vereda de la empresa. Gracias a eso conservé el lugar durante 6 años hasta que decidí tomar otro rumbo.
Otra situación, mismo lugar de trabajo. Cada uno tenía un casillero personal donde guardar sus pertenencias, los mismos tenían el nombre de cada empleado escrito en la puerta. Un día tomo mi guardia y al llegar a mi casillero noto que sobre mi nombre estaba escrito “Ella”. Al principio sentí enojo, un poco de tristeza, pero no por el pronombre sino por la intención de aquella persona que, resguardándose en la cobardía del anonimato, tuvo la intención de ofenderme. Por un momento pensé en borrar lo escrito y luego analicé que, con esta acción, este individuo intentaba causar una reacción negativa en mí. Si lo borro él notará que lo había logrado. Por lo tanto, decidí no borrarlo. Luego de unos días hasta me había encariñado con verlo allí. No iba a permitir que me perturbe un cobarde.
Otro ejemplo, iba caminando por el pasillo de la empresa y al pasar escucho una charla entre dos compañeros:
-Sí, yo me afeito el “peluche” – comentaba uno de ellos refiriéndose a sus genitales.
– Lian, ¿vos te afeitas el “peluche”? – me pregunta. – ¿Tenés “peluche”? – continúa intrigado.
A lo cual atiné a reír despreocupado y hacer caso omiso a la pregunta.
Lo que me ayudó a mí
Las personas muchas veces se sienten con el derecho de preguntar cosas íntimas, como si ser parte de la comunidad LGBTQIA+ hiciera que tu intimidad fuera de público conocimiento. Preguntan ¿cómo coges?, ¿qué tenés entre las piernas y cómo es? No creo que vayan preguntándole esas cosas a heterosexuales cis género.
A pesar de todo, tengo la fortuna de siempre haber tenido una buena inserción laboral. Esto se debe a que mi transición fue hegemónica y mi aspecto físico es el de un hombre cis, “no se nota” que soy trans, lo cual me favorece a la hora de buscar trabajo. Pero la realidad es que a toda aquella persona trans a la cual “se le note” se le dificulta mucho más que a una persona cis conseguir un puesto en un trabajo formal.
Mi fortuna no solo pasa por lo físico sino también por la influencia que tuvo la contención que mi familia siempre me brindó. Nunca me faltó un techo, nunca tuve que vivir en la calle, siempre tuve apoyo.
Esto hizo que yo tenga la entereza suficiente para pasar por situaciones de discriminación sin que me afecte realmente, siempre me sentí muy seguro de mis decisiones porque sabía que tenía el respaldo de mi familia. Pero pongámonos un momento en los zapatos de alguien a quien echan de su hogar por ser trans u homosexual, verse durmiendo en la intemperie y pasando hambre.
Sentirse completamente solo, si las mismas personas que te trajeron al mundo voluntariamente te rechazan por el simple hecho de ser vos mismo ¿Qué te queda? ¿A quién recurrís? ¿En quién vas a confiar? Por eso muchas veces las chicas trans se ven obligadas a incursionar en el trabajo sexual, ellas son las más afectadas por la transfobia. Nadie quiere un “trava” en su comercio por miedo a que “espante” a los clientes. La única manera de que la sociedad vaya cambiando es si la educación se brinda sin prejuicios desde la infancia.
¿Cómo hablar de estos temas con tus hijos?
Y es por eso que tomo este párrafo para hacer unas sugerencias:
- Si eres padre o madre de un niño pequeño, siempre ten cuidado de lo que vayas a decir en su presencia. Si lo que vas a decir es prejuicioso, no sabes de qué manera eso que dijiste va a influir en la psiquis de tu hijo, no sabes por qué conflicto interno esté atravesando.
- Bríndale todo el amor, contención y apoyo que puedas.
- Enséñale que no todos somos iguales y que la diversidad hace bello al mundo.
- No estés pensando en qué dirán los vecinos o la gente ajena a la familia. Tienes que pensar que si decidiste traer una persona al mundo debes respetarla totalmente porque esa persona no pidió venir, y si no eres capaz de acompañarle en sus elecciones entonces deberías haberlo pensado mejor.
Considero que la clave para que una persona trans tenga un buen desenvolvimiento en la sociedad como adulto y se reduzca la tasa de suicidios de la misma está directamente ligado a la relación que tiene con la familia.
Para finalizar y no explayarme más, ya que este es un tema infinitamente amplio. Espero que este pequeño aporte al menos llegue a concientizar a una persona, eso ya sería un logro.
Si sos trans, no estás solo.
Si tu hijo es trans, no lo dejes solo.
Muchas gracias, Lian. Tu historia es muy poderosa.